Ya llega la última parada de los dos payasos pero antes unos días en Montevideo y entender lo mucho que puede cambiar coger un barco. Nada mas llegar comienzan las paradojas del destino, primero con el amigo Murphy, ese indeseable que se empeña en poner nuestras mochilas las últimas en las cintas transportadoras. Que nos ponemos los primeros, ellas las ultimas. Que nos ponemos los últimos, ellas también las últimas...mochilas, un secreto digno del programa del Iker Jimenez.
Luego empieza los controles de seguridad.
Primero un escaner al mando de una señora que tiene pinta de no ver tres en un burro, así que todos en fila de uno como ovejitas dejando a la señora que se divierta con la marcha alante, marcha atrás de la cinta, para luego....!QUE OTROS DOS TIPOS TE ABRAN LAS MALETAS PARA REVISARLAS!
Cual payaso con una luz encendida pensé, "Está bien que la señora tenga trabajo, pero no se, igual si la ponen a abrir y cerrar puestas automáticas y deja pasar directamente a los cansados viajeros para que les desmonten las maletas se ahorraría tiempo"
Como he dicho, te das cuenta de las diferencias, eso no quiere decir que se vaya a mejor según cambias de país.
La suerte es que dos payasos, con barba de tres días y pinta de haber estado mendigando por la mitad de Sudamerica no suelen ser agradable para esos hombres que rebuscan en maletas ajenas, sobre todo, si se pueden encontrar una mina en forma de gayumbos sucios nada mas abrirla (Que de cosas he aprendido de ti en este viaje mi querido Trosky)
Bueno a lo que iba, Montevideo, ciudad donde abundan las cosas grandes, grandes estatuas de tipos a caballos, grandes edificios que parecen sacados de la guerra fría y sobre todo..........Super chibitos del infierno ese bocadillito que creo que tiene toda la carne posible del universo.
Asi que tras eso otra vez para Argentina, de nuevo aduanas, que si el numero del pasaporte no es el del DNI, en resumen, al final otro barquito cual chanquete y de vuelta a Buenos Aires que el dinero se acabo y ya no hay sitio para nadie, como cantaba la del tatuaje gigante de dragón en la espalda.
Aunque bien pensado casi es realidad porque los cajeros se han negado a darnos Cash, usease, un puto duro y han empezado los nervios...menos mal que al final tras intentarlo una infinidad de veces, una llamada por parte de la señorita de la caja de ahorros y demás, parece que todo esta en orden...bueno lo suficiente como para comprarnos una chaquetas de cuero y comenzar a gastar dinero en ese camino a la tentación que es la Avenida Corrientes, llena de puestos por todas partes y cosas wenas y baratas para poder gastar los pesitos.
Ufff menudo cansancio de escribir, ala a cascarla.
Chaoooooooooooooooooo
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