Una vez solucionado el problema del repelente (Nada mejor que un bate de béisbol y sentirte Conan el destructor) nos encontramos con el siguiente problema...la ropa.
Así pues como buenos pseudomontañeros con alma de domingueros nuestros pasos nos llevaron a buscar algo de bueno-bonito-barato en cuanto a ropa pal frío.
Una trampa de la que no te das cuenta que has entrado hasta que ya es demasiado tarde y eso, que lo primero que miras es una brújula, como si algo dentro de ti te intente avisar de lo que viene a continuación.
Pero vamos por partes. Somos tíos, recios hombres de pelo en pecho a los que si la dignidad nos impide preguntar una dirección...como demonios íbamos a preguntar a una dependiente en una tienda. Somos tíos y además nos perdemos en una taza vater....¿os imaginais como termina esto, verdad?
Pasar por los mismos pasillos, jugar a las hipótesis de "a mí me suena..." y tener ganas de llorar porque no encuentras las malditas camisetas térmicas...eso sí en el camino juegas con unas pelotitas o coges un casco para probarlo en una cabeza ajena, hasta que decides tragarte ese orgullo y preguntarle a la guapa dependienta por las dichosas camisetas y...nos da esquinazo mandándonos a un pasillo equivocado.
Aunque no hay mal que por bien no venga porque ahí encontramos la dichosa ropa de monte buena-bonita-barata (Por comentarlo era el pasillo continuo al de las brújulas) y comenzamos a sentir como el lado femenino que todo tio posee se apodera de nuestros cuerpos.
!!!Que de cosas para comprar, cuantos colores y formas!!!
Coges una de cada y te vas a los probadores
- Me siento como la Roberts en Pretty Woman.- Dices mientras sales con unos "bonitos" pantalones color mostaza puesto.
- No lo dudo.- Te contestan.- Siempre tuviste algo de perra.
Y así entre canciones y pruebas acabas comprando ropa que dejaría en ridículo al payaso de micolor pero es que a la competencia ni agua. Entre pantalones amarillos, camisetas de colores y polares azules con el que te pueden ver a 3 kilómetros, salimos de la tienda cargados de bolsas porque a veces nos encanta ser como una mujer.
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